sábado, 18 de mayo de 2013

Capítulo 18. Reencuentros.


Hola de nuevo chicos (:No me entretengo mucho. La semana que viene no sé si podré subir capítulo, lo siento, pero hay una fiesta aquí y no sé si tendré tiempo de escribir. También tengo que pediros, de nuevo, que leáis la entrada anterior y participéis en el concurso. En fin, aquí os dejo el capítulo que no he podido escribir en estas dos semanas anteriores. Espero que os guste. Saludos ^^ 


Amanece en la arena.

Estoy en lo alto de un árbol. Cuand.  en la arena. Estoy en lo alto de un o acabó el turno de Clove vigilando me alejé del prado y subí a un árbol donde pasar la noche. Al día siguiente no sabía si seguirlos o no. Por un lado, pensaba hacerlo, tendría más posibilidades de sobrevivir si los seguía. Pero al pensar en ello aparecía la cara de preocupación que tenía aquella noche Clove cuando me pidió que no lo hiciera. También le prometí que, a no ser que atentara contra mi vida o la de Katniss, no mataría a Cato. Aunque no sé qué quiso decir cuando aseguró que quería protegerlo por la misma razón por la que yo protejo a Katniss. ¿Acaso está enamorada de él? Al pensar eso siento una punzada, pero la ignoro.

Ya han pasado un par de días desde aquella noche. Me he limitado a espiar a los profesionales desde los arbustos y desde las copas de los árboles que rodean el prado en el que se encuentra la Cornucopia. Sin embargo, no he vuelto a hablar con Clove. Como cada día, hoy me dispongo a hacer lo mismo.
Bajo del árbol y me aproximo hasta el lugar donde deberían estar los profesionales, pero cuando diviso la Cornucopia no los encuentro a ellos. Junto a una pirámide de provisiones hay un chico, tendrá quince años aproximadamente. Me acerco un poco más, está tirado en el suelo. Junto a él hay un montón de tierra. ¿Qué está desenterrando? Entonces el chico entra en un agujero que le llega a la altura de la cintura y saca de él un cilindro metálico. En seguida me pongo pálido. Es una mina.

Justo en ese momento los profesionales salen corriendo del otro extremo del prado. Parece que no han visto al chico, ¿cómo pueden ser tan ciegos? Entonces lo entiendo. Sí lo han visto, si no lo han matado ya es porque son aliados. Me acerco todo lo que puedo e intento escuchar lo que hablan. Cato y Marvel se acercan al chico mientras Clove y Glimmer revisan las armas.

-¡Ey, chico del tres! ¿Cómo vas? – pregunta Marvel desde varios metros de distancia. No parece muy seguro de querer acercarse a la mina.

Por otro lado Cato se acerca al chico, que está cavando un nuevo agujero, y lo ayuda a cavar.

-¿Seguro que estoy funcionará?

-En teoría – dice el chico. Y tras la mirada de Cato carraspea y añade: - Jamás lo he hecho antes, pero puedo asegurar que funcionará. Tranquilos.

-Eso espero. – Cato se levanta y se pone junto a Marvel – Nosotros vamos a seguir buscando, acabamos de localizar fuego al este de aquí. Si lo ha provocado un tributo, seguramente nos encontremos con él; y si lo han provocado los vigilantes supongo que querrán que vayamos hacia allí para juntarnos con el resto de tributos.

El chico asiente. Cato y Marvel se unen a Clove y Glimmer y vuelve a internarse en el bosque, por donde han aparecido minutos antes. No puedo quedarme aquí a esperar.

Decido correr el riesgo y, con mi mochila a la espalda, corro por el borde del prado, oculto por la vegetación, hasta alcanzar el punto en el que han desaparecido los profesionales. Tomo aire y comienzo a descender. De vez en cuando, entre los huecos que dejan las copas de los árboles, vislumbro un intenso humo gracias al cual sé que voy en la dirección correcta. Tras lo que parecen horas, comienzo a notar calor y como mi cuerpo empieza a sudar. Sigo bajando, ignorando el aumento de temperatura, y entonces caigo por una pendiente. Ruedo cuesta abajo, arañándome con todos los arbustos que se interponen en mi recorrido, hasta que finalmente el terreno se vuelve llano. Permanezco unos segundos tirado en el suelo, intentando notar algún dolor que me indique la presencia de un hueso roto. Pero no noto nada así que me levanto. Mis brazos están ensangrentados por culpa de los arañazos, pero no me puedo permitir mirarlos durante mucho tiempo, ya que una gran bola de fuego pasa rozándome la cabeza.

Miro a mi alrededor. He caído justo en mitad de las llamas. Me doy la vuelta e intento subir la pendiente por la que he caído, pero me es imposible. Me resbalo una y otra vez, mientras las llamas avanzan hacia mí. En un instante tengo que rodar a un lado para que otra bola de fuego no caiga junto a mí. Corro sin rumbo fijo, intentando evitar las llamas. A mi lado veo algunos animales corriendo del fuego y decido seguirlos. Un árbol cae justo cuando paso bajo él. Salto para que no me aplaste y consigo esquivarlo, o casi. Caigo al suelo y echo un vistazo hacia atrás. Uno de mis pies está justo debajo del árbol. Por suerte ha caído en la zona en la que empiezan a salir las ramas y no me lo ha aplastado por completo. Sigo corriendo, ignorando el dolor de mi pie. Contra esto jamás me he entrenado, ni en el bosque ni en el Capitolio. ¿Dónde se acaba el fuego? Cada vez que me detengo para pensar, una bola de fuego sale de alguna parte y me obliga a seguir corriendo, así que no tengo tiempo de orientarme para salir de este infierno. Solo puedo seguir el camino por el que me conducen las llamas, aunque sé dónde me dirige. Hacia los profesionales. A mi derecha veo una pendiente no tan inclinada como por la que caí, así que comienzo a subirla. Cuando termino de subir, echo un vistazo atrás. Las llamas engullen el bosque, aunque, por suerte, ya no me persiguen.

Justo cuando me voy a dar la vuelta noto un peso sobre mí que hace que me tambalee y caiga al suelo. El peso me inmoviliza y, antes de darme cuenta, tengo una navaja apuntando a mi cuello. Con mi mano derecha intento llegar a mi cinturón, donde tengo el cuchillo de Clove, pero mi atacante parece darse cuenta y me lo quita.

-Vaya, vaya. Estos son los cuchillos de la chica del Distrito 2. ¿Cómo lo has conseguido?

Conozco esa voz.

-Si vas a matarme hazlo ya, Will.

Noto como la presión de la navaja en mi cuello se afloja y, antes de darme cuenta, el peso ha desaparecido. Abro los ojos, no me había dado cuenta de que los había cerrado. Cuando miro hacia arriba veo a Will, que me ofrece su mano. La acepto y la cojo ya que dudo que sea capaz de levantarme por mí mismo. Al tirar de mi brazo noto un agudo dolor en la herida de que me hizo Clove al comenzar los juegos y me muerdo el labio.

-Lo siento, Gale. No sabía que eras tú. Cubre tu espalda la próxima vez.

Miro a Will de arriba abajo, no parece herido, supongo que las bajas notas que sacaron en la sesión privada eran parte de sus estrategias. Los patrocinadores los tienen asegurados teniendo a padres ganadores. Seguramente quisieron pasar desapercibidos para los demás tributos. Miro la navaja que sostiene en la mano. No es exactamente una navaja. Tienen la empuñadura de una espada de color dorada y la hoja es mucho más pequeña, pero muy afilada.

Cuando ve que observo su arma la esconde en su cinturón. Aprovecho este momento para preguntarle por Cassy.

-Está descansando. Se ha tirado toda la noche despierta, cazando y montando guardia, ahora me toca a mí. ¿Y Katniss?

Me encojo de hombros.

-No la he visto desde que empezamos. Tú no la sabrás algo de ella, ¿no?

Él niega con la cabeza. Se hace un silencio, el fuego sigue detrás de mí, pero al parecer los vigilantes no quieren que suba esa pequeña pendiente.

-Gale, no voy a matarte. Será mejor que avances.

-¿Por qué haces esto? – pregunto mirándolo a los ojos.

-¿De verdad quieres saber el por qué? ¿No te basta con saber que estás a salvo?

Antes de que me cambie de opinión, asiento y corro hacia arriba, de nuevo a la Cornucopia. ¿Cómo se me ha ocurrido ir hasta allí? Pero entonces algo hace que me detenga de golpe. Un grito. No es un grito que esté acostumbrado a oír, pero sé perfectamente a quien pertenece.

-Katniss – susurro.

También sé de dónde procede: de las llamas. Me doy la vuelta sin pensarlo dos veces y, antes de darme cuenta, ya estoy de nuevo entre el abrasador fuego. Corro hacia donde me lleva éste y confío en que sea hasta Katniss. Sigo corriendo, ahora hay muchas más bolas de fuego y una me roza la mano. Suelto un grito de dolor antes de caer al suelo. Aprieto mi mano contra mi pecho y, como puedo, me levanto y sigo corriendo. Otra bola de fuego y otro grito, esta vez mucho más desgarrador. Y más cerca. Corro hacia donde ha sonado la voz y tropiezo con un tronco de árbol. Justo delante de mí, encuentro a una persona tirada en el suelo. La trenza me confirma lo que me temía, es Katniss. Me acerco a ella y la sacudo.

-¡Katniss levántate o nos alcanzarán!

Tiro de su brazo y la obligo a ponerse de pie. Una de sus piernas tiene una quemadura horrible. La apoyo sobre mi hombro y seguimos corriendo. La cara de Katniss está bañada en lágrimas y sudor. Poco a poco, las llamas se quedan atrás y llegamos a una pequeña charca. Katniss se acerca e introduce su pierna quemada en ella. Suelta un suspiro y después sale para analizar los daños. Yo la observo en silencio. Tiene quemaduras negras en las manos y en ambas piernas, pero en una de ellas hay una muy profunda que no deja de sangrar.

-Me alcanzó una bola. –dice al ver que no puedo apartar la mirada de la quemadura. Levanto la mirada y, por primera vez, clava sus ojos en los míos - ¿Cómo me has encontrado?

-He estado siguiendo a los profesionales para ver si ellos te encontraban primero. Me metí en el fuego por seguirlos y te escuché gritar. No podía dejarte allí – esto último lo digo con los ojos fijos en el suelo.

-No hace falta que cuides de mí. Hasta ahora he podido sobrevivir sola.

-Sí, hasta ahora – digo mirándole con reproche.

-En algún momento todos caeremos. ¿Estás herido?- dice, intentando cambiar de tema.

-Solo la mano. – se la enseño. Ahora mi mano es negra con algunas zonas ensangrentadas. – Al menos podrías darme las gracias por haberte sacado de ahí, Katniss.

-No era necesario que lo hubieras hecho.- Coge un poco de agua de la charca con una botella vacía y me la echa sobre las manos.

-¿Tú me hubieras dejado? – la miro a los ojos pero ella no aparta la mirada de mis manos.

-Hubiera ignorado tus gritos – dice encogiéndose de hombros.

Esta realidad me golpea. Me pongo de pie y ella retrocede sobresaltada.

-Todo está olvidado, ¿no, Katniss? Dijimos que esto no nos convertiría en enemigos.

-Gale, las cosas cambian. ¡Solo puede sobrevivir uno!

-¿Sabes? Espero que seas tú. Así cuando vuelvas al distrito podrás decirles a todos que me mataste porque querías ganar tú; porque yo, Katniss, no sería capaz de volver al distrito sin ti.

-¡Yo no voy a matarte, Gale!

-¡Hubieras ignorado mis gritos! Para mí eso es condenar a alguien a muerte. Pero las cosas son diferentes para ti, ¿no? - Abre la boca para rechistar pero le hago un gesto y la cierra – Espero que te vaya bien de vuelta al distrito, Katniss.

Me doy la vuelta y comienzo a ascender poco a poco, de vuelta a la Cornucopia. Por el camino me como un par de ardillas que cacé y cociné el otro día. Cuando ya ha anochecido llego al prado. Los profesionales no están, aunque el chico del Distrito 3 sigue cavando agujeros. Yo me subo a uno de los árboles y miro al cielo, esperando ver las caras de los tributos muertos hoy. No ha muerto nadie. Después del baño de sangre solo ha muerto el chico del Distrito 9. No me extraña que los vigilantes hayan empezado con sus ataques. Tienen que juntarnos para que el Capitolio se divierta viendo como morimos.

Recapacito sobre mi conversación con Katniss. Ella no me hubiera salvado. ¿Hubiera sido capaz de volver a casa sabiendo que dejó morir a su compañero? Pero nosotros no somos solo compañeros, somos amigos de hace años. O éramos. Me prometió que nuestra amistad seguiría igual, que los juegos no acabarían con ella. Mintió.

Pensando en esto me quedo dormido.


A la mañana siguiente me despierto y, como cada día, me acerco a la Cornucopia. Los profesionales no han dormido hoy aquí, aunque el chico del Distrito 3 parece no dormir y observa una pirámide de suministros desde el borde del prado. A su alrededor hay numerosos montículos de tierra. Entonces lo entiendo. Es del Distrito 3, sabe manejar minas y tecnologías. Ha reactivado las minas para que los tributos que intenten acercarse a los suministros de los profesionales mueran.

La mañana pasa y todo parece tranquilo cuando, de repente, Clove entra en el prado corriendo.
El chico del tres se aproxima a ella, que avanza corriendo y no para de dirigir miradas preocupadas a su espalda. Cuando llega a la altura del chico del Distrito 3, saca uno de sus cuchillos y se lo lanza. El chico cae al suelo con el cuchillo clavado en la cabeza. Suena un cañonazo.

-¡GALE!

Sin dudarlo, salgo corriendo de mi escondite y me acerco a ella. Ella cae al suelo de rodillas.

-¡Clove! – la llamo agachándome para mirarla a los ojos. Los tiene colorados y tiene el cuello hinchado - ¿Qué ha ocurrido?

-Katniss… Rastrevíspulas – tiene la mirada perdida. – Gale, escúchame. El árbol negro – extiende una mano y me señala un pequeño árbol que hay al borde del prado – el otro arco.
Me levanto corriendo para buscar el otro arco, pero ella me agarra.

-Agua. El lago, por favor.

No puedo dejarla allí. La cojo en volandas, por suerte no pesa mucho, y la llevo corriendo hacia el lago. La sumerjo entera y después la ayudo a salir y se tumba en la hierba.

-Gale. Busca a Cato, por favor. – tras esto cierra los ojos.

Suena un cañonazo.

4 comentarios:

  1. AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH ¿ME LA MATAS? AHHHHHHHHHHH MARVADA, E INCREIBLE *_* DEFINITIVAMENTE SI, ME VOY A APUNTAR A TU CONCURSO. Pronto empezare a escribir
    PD: pronto subire cap, pasate y comenta :)

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    1. Siiii soy muy malvada jajaja (:
      Eso, participa ¿eh?Quiero ver como me sorprendes (:
      Ya sabes, avísame en cuanto subas y me paso ^^

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  2. Hola =) Te hemos nominado al blog más original
    http://paracaidasplateado.blogspot.com.es/2013/05/premio-al-blog-mas-original.html

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